LAPACHOS EN FLOR

Estamos en agosto y el cielo de Paraguay, tanto en las ciudades como en el campo, se tiñe de rosado y le seguirá el blanco culminando con el amarillo que anuncia el inicio del calor sostenido.

Por estas latitudes tenemos días de invierno, que alternan con días veraniegos, en una anarquía estacional que desubica a sus pobladores.

Es un árbol que crece alto y posee un frondoso follaje verde y madera muy resistente que es utilizada para vigas de construcciones. Es uno de los pocos que florecen en invierno (en las zonas subtropicales) a diferencia de las otras especies que suelen llenarse de flores en primavera.

Existe una hermosa leyenda que cuenta que cuando Dios creó los árboles les preguntó cuando querrían florecer y al ver que ninguno elegía el invierno, preguntó porqué nadie lo hacía. Cada uno dio sus razones y desde el fondo se oye: “Yo elijo invierno” y por su valentía Dios prometió que lo haría florecer de varios colores.

Lo que no cuenta la historia es que para florecer en forma tan impresionante tiene que perder todas sus hojas y desnudo empieza a vestirse de flores. Durante varios días van cayendo y formando alfombras de colores en casas, jardines y campos.

Al leer esta leyenda me sentí identificada con el lapacho. Es invierno en mi vida, pero siento que florezco y necesito florecer. He pasado muchas veces por ese proceso de desprenderme de todo y con alma de madera fuerte sigo de pie, apuntando al cielo esperando florecer nuevamente.